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Coherencia con el aceite de palma
Lo del aceite (o grasa) de palma está ya en un punto sin retorno. Alucino con la fuerza de la masa social, si fuéramos así para todo, quizá las cosas serían diferentes. No digo mejor, digo diferentes. La fuerza es tal, que hasta grandes cadenas de distribución van a dejar de vender productos con grasa de palma. Y todo por una noticia sobre una famosa marca de crema de cacao.
Allá por enero salta la noticia de que la famosa crema de cacao puede provocar cáncer. Las redes sociales dieron buena cuenta de ello y el pánico del pueblo se encargó de hacer el resto. Esta afirmación tan dura se deriva de un informe de la EFSA (ojo, ¡de marzo del 2016!). El informe indica que durante el procesado del aceite de palma (y también en margarinas y otros alimentos procesados) aparecen contaminantes derivados del glycidol cuando se somete a temperaturas superiores de 200ºC. Según la opinión del panel de expertos de la EFSA, estos derivados se consideran tóxicos y posiblemente cancerígenos.
Ya está, ya se ha liado. El fabricante de la famosa crema de cacao defiende el uso de aceite de palma en su producto y asegura que los componentes de su producto no provocan cáncer, ya que el aceite de palma no llega a 200ºC, y, por tanto, es inocuo desde el punto de vista alimentario (campaña publicitaria mediante).
Puede haber controversia, vale, lo acepto, pero de ahí, a afirmar que puede provocar cáncer.
Es más, este informe es sólo una opinión. El aceite de palma no está prohibido, no hay recomendación alguna sobre estos componentes.
Entonces, ¿por qué algunos dejan o van a dejar de vender productos con aceite de palma? En mi opinión, hay dos respuestas a esta pregunta: 1) la fuerza de la masa social (como se ha dicho al principio) y 2) por un “efecto rebote”.
Dejadme explicar eso del “efecto rebote“. La cuestión es que el aceite de palma se usa desde hace mucho tiempo y desde hace unos años más todavía como sustituto de las temidas grasas trans (otro día hablamos de esto). Pero parece que muchos lo han descubierto a raíz del caso de la famosa crema de cacao y se ha convertido en el demonio que hay que destruir a toda costa. Así es, el aceite de palma ha saltado a primera plana por la famosa crema de cacao y está condenado por ser una grasa poco saludable para la salud. Esto es el efecto rebote. Si no hubiera sido por la noticia del cáncer (que sensibiliza mucho a la masa social), el aceite de palma hubiera seguido ahí, tan tranquilo, siendo igual de poco saludable como el primer día. Pero es una realidad. Parece que estamos más “incómodos” cuando se habla de cáncer que cuando se habla de enfermedades cardiovasculares.
¿Se acabará el uso del aceite de palma?
Pues con toda la presión social es muy posible que muchos fabricantes intenten buscar una alternativa. Que cada uno rece al dios que quiera para que esa alternativa no sea peor.
Pero no creo que sea algo fácil ni rápido, ya que en EEUU han prohibido las grasas trans, y el aceite de palma es su mejor sustituto. Al menos, de momento. ¿Las prohibirán en Europa? ¿Prohibirán las grasas trans y el aceite de palma?
Según la FAO, en España en el año 2000 se compraron 144.512 toneladas de aceite de palma y en 2013 (último dato disponible) se incrementó hasta 902.789 toneladas, unas 6 veces más. No me parece un dato alentador.
Hay que tener en cuenta que el aceite de palma no está prohibido, se enrancia menos que otras grasas, confiere un elevado grado de untuosidad, funde a mayor temperatura que el chocolate, sustituye a grasas hidrogenadas, y, sobre todo, es más barato que cualquier otro posible sustituto. Incluso algún fabricante indica que el producto no sería el mismo.
Para saber más aquí.
Qué fácil sería si lo prohibieran
Pues sí, sería más fácil. Así no tendría que esforzarme en mejorar mis hábitos alimenticios (léase con sarcasmo). Como está prohibido, no lo como.
Sólo hay que mirar, por ejemplo, la papelera del patio de cualquier colegio tras el recreo. Envoltorios de productos llenos de aceite de palma. Y azúcar. Quizá los componentes posiblemente cancerígenos no sean el peor problema del aceite de palma.
A todos aquellos nuevos y febriles caballeros de la cruzada contra el demonio del aceite de palma les rogaría coherencia. Sí, ya sé que es muy complicado, pero no creo que sea coherente demonizar al aceite de palma y luego fumarse un paquete de tabaco al día. Por poner un ejemplo.
También rogaría que se documenten adecuadamente. Las hojas podadas de las palmeras o las palmeras muertas, no se usan para extraer aceite de palma.
Por si a alguien le interesa, el aceite de palma se obtiene de los frutos de la palma aceitera o palma africana (Elaeis guineensis) y las mayores plantaciones se localizan principalmente en Indonesia, y en menor medida en África y Sudamérica.
El aceite de palma también se usa en cosmética, en productos de limpieza y en producción de biodiesel, entre otras aplicaciones.
No es objeto de este blog, pero también es interesante la problemática del monocultivo de esta palma y la deforestación, además de los supuestos conflictos socio-políticos y económicos en los que está envuelto.
Como siempre, leed etiquetas.
Si alguien bajo su propia decisión, no lo quiere consumir, es tan fácil como leer la etiqueta. Según el Reglamento 1169/2011, se tiene que indicar en el etiquetado de los ingredientes el origen de los aceites vegetales. Es decir, que si un producto contiene aceite de palma lo debe indicar como “aceite (o grasa) de palma”.
Desde Centro Tecnológico de Seguridad Alimentaria esperamos que esta información sea de utilidad.
