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Contaminación cruzada: peligros en la manipulación de alimentos

¿Conocéis la contaminación cruzada?

 
Este, es un término que
la gran mayoría de personas desconoce. Se trata de la contaminación de microbios patógenos que ocurre cuando hay una mala manipulación de los alimentos, cuando son manipulados dando lugar a que aumente el riesgo de sufrir intoxicaciones alimentarias.

La contaminación cruzada puede ocurrir de manera indirecta o directa.
         – La indirecta ocurre cuando la contaminación de un alimento a otro mediante un elemento ya sean manos, utensilios, recipientes o tablas, etc.
         – La directa ocurre cuando mezclamos un alimento contaminado con otro que está limpio.

Hay un sinfín de factores que participan en la contaminación cruzada. La cocción de los alimentos, la limpieza de los utensilios, una mala preparación de un tupper y ingredientes que se van a utilizar, y la higiene personal. Estos son solo algunas medidas que se pueden tomar para reducir el riesgo de sufrir enfermedades transmitidas por alimentos.

Como hemos mencionado, la contaminación cruzada puede producir intoxicaciones alimentarias una dolencia que suele ir acompañada por dolor abdominal, náuseas, pérdida del apetito, fiebre, diarrea, debilidad y fatiga. También pueden causar gastroenteritis y desencadenar escalofrío, calambres abdominales, sed excesiva y febrícula.

La contaminación cruzada no solo incluye a los microorganismos. También podemos considerar contaminación cruzada con sustancia como toxinas o productos de limpieza. Incluso la
mezcla de alimentos que por general no son peligrosos pero sí lo son para un colectivo en concreto como la
contaminación por gluten o con alergenos.
No tenemos que olvidar otros
agentes físicos y químicos como son los fragmentos de plástico, pelos, restos de fertilizante y los desinfectantes.

Las razones de la contaminación cruzada son varias, te las contamos aquí

CÓMO EVITAR LA CONTAMINACIÓN CRUZADA



Para evitar que la contaminación cruzada en nuestra cocina y en nuestra salud, hay que
poner en práctica unas medidas y hábitos para poder reducir el riesgo.

Hay que mantener los productos químicos de la limpieza y desinfección alejados de los alimentos. Pero también limpiar adecuadamente los utensilios de cocina que se han utilizado, no mezclar los alimentos crudos con otros que ya estén cocinados, no chuparse los dedos cuando se está manipulando los alimentos ni cuando tengamos heridas en las manos sin cubrir. Es importante asegurarse de la cocción completa de los alimentos y lavar la fruta con abundante agua antes de consumir.


Para un correcto almacenaje, será necesario
cubrir bien los alimentos con film transparente, bolsas higiénicas o tuppers hermeticos. Organizar la nevera con los alimentos crudos abajo y los que ya estén cocidos ponerlos arriba, para así evitar el goteo de los alimentos que causan la proliferación de patógenos.


Para la limpieza, utiliza
toallas de papel desechables para las superficies. En caso de utilizar trapos, paños de cocina, es preciso que se limpien y recambien a su debido tiempo, ya que se pueden convertir en el medio perfecto para el transporte de bacterias.


Los cubiertos y tablas se desgastan con el tiempo
provocando grietas que facilitan la acumulacion de residuos y ayudando a la proliferación de los microorganismos. Para hacer frente a este problema hay que renovar los utensilios cada pocos meses y lavarlos concienzudamente después de cada uso.


La correcta separación de los alimentos crudos y cocinados
también se debe realizar en el supermercado. Hay que guardar el pescado, marisco y la carne en bolsas separadas del resto de alimentos y también entre sí.

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